San Pedro me recibe como siempre, con los brazos abiertos.
Huyo del gentío, de los guías titulados en español, de los tenderetes indios y por el camino menos transitado me pierdo, para encontrarme después sin remisión.
Cruzo el río, arcángeles desafiantes a ambos lados con sus alas desplegadas y mirada de piedra me dicen adiós espada en alto.
Mis botas resuenan en los adoquines viejos, por esta vez les doy una tregua, acostumbrada como estoy a castigar con mis tacones los suelos de la vieja Europa.
Me monto en la Via del Governo Vecchio, que mezcla en perfecta armonía y proporción perfecta todos los placeres de esta vida. Pequeñas tiendas de delicatessen, anticuarios, zapatos caros, librerías de viejo, vestidos que crujen al bailar, tabernas apretadas y la peluquería de mis sueños. Abres la puerta y entras en otro universo, paredes llenas de libros, una enorme campana dorada colgando del techo rodeada de delicadas bolas de cristal flotando en el aire y una escalera al cielo.
De un sitio así, me tienen que echar.
Hago una parada en el Palazzo Taverna, nunca puedo entrar «residenza privata» me escupe siempre el de seguridad. Pero me asomo y la observo de lejos, la fuente más bonita de la cuidad, la más secreta. Quizá por eso me gusta, por inalcanzable.
O porque como dice Antonio Vega,lo que no se lleva el olvido es lo que nunca ha sido. Pero esquiva princesita de altos vuelos, el otro día te vi, sin que me vieras, en 15×6 en La Gran Belleza y te reconocí ¿acaso te acordabas tu de mi?
Sigo bajando hasta Mimí e Cocó, una vinoteca con buena música, buen vino y un par de camareros que cada vez que vengo están cantando. Cantan mientras friegan, mientras cocinan y mientras se pasean entre las mesas siempre contentos, rezuman vida.
In Vino Veritas, cuelga de la pared en un cartel pequeño.
Se acerca él
– ¿posso spagnolita? Me dice.
Por italiana no paso, aunque vaya sin bolsito cruzado, sin cámara y sin mapa.
Y me mira como diciendo tu cara me suena.
– Qué escribes ¿un libro?
– No, escribo sobre Roma.
Devoro la ensalada de la casa mientras comienza a llover, bien, el momento perfecto para ir al Pantheon a ver caer la lluvia por el majestuoso agujero.
Suena Etha James, At last.
Ya lo decía yo…. Qué buena banda sonora para el Merlot .
YOU SMILE… YOY SMILE… OH… AND HERE WE ARE… IN HEAVEN…
Nada vacía Roma, ni la lluvia, ni el calor, ni el frío, ni Agosto, ni la sombra.
Federica baila, gesticula y canturrea en italiano tras la barra OH PAPI OHHH…. mientras, con el moño desecho, coloca los vasos.
Mickele se acerca de nuevo, camisa de cuadros, delgado, pizpireto
– Ma ¿qué cosa escribes? ¿Un diario?
Está muy intrigado.
– Que no, que escribo sobre dos camareros canturreando contentos.
Le preocupa si escribo cosas buenas.
– tranquilo Mickele, todo lo que me ha dado Roma ha sido siempre bueno.
La primera vez, con mis padres, pequeña, me impactó El Coliseo. Siguiente vez, en autobús, con quince años, lo mejor de Italia en una semana. Después, el Excelsior, por la puerta grande. Sola o acompañada en una vespa loca por la Bella Vecchia, he perdido la cuenta y espero poderle dar la vuelta al marcador que por algo tiro siempre una moneda en La Fontana.
Mickele me pone otro vino, que no le pido ( SOCORRO ), ya me recuerda, mientras Federica entra en éxtasis romántico tarareando MORE THAN WORDS con el delantal puesto.
Una araña de cristal, una hélice de madera, vinos y vinos, turistas aturdidos.
¿Llegaré a rastras al Pantheon? Por lo menos, no me falta papel para escribir, la casa invita a manteles de cartón así que me pido un tiramisú, al carajo el propósito de entrar de nuevo en el uniforme de antes de los niños.
Mickele ya me trata como de la casa
-¿Tutto bene Lucía?
-Bene Mickele, molto bene.
Roma se apaga y el bar se vacía, se encienden las velas. Hora de irse…. GROUND CONTROL TO MAJOR TOM… COMMENCING COUNTDOWN, ENGINES ON, CHECK IGNITION AND MAY GOD BE WITH YOU… Bowie, no podía faltar.
– ¿Otro vino?
– No grazzie, basta!!!
– ¿Limoncello?
– Que noooo Mickele, que no, muchas gracias.
Entra Andrea a toda máquina, pañuelo multicolor al cuello, vaqueros perfectos, zapato italiano y pelo largo, derrochando maneras de galán sobrado y sin mediar palabra, me llena la copa diciendo «mi parte» ¡y se va! – ¡Que ya llevo dos!, le digo, Mickele sonríe cómplice en un rincón, es su jefe, confiesa.
Suena Franco Batiatto, Ferderica y yo entramos en erupción …. CERCO UN CENTRO DI GRAVITÁ PERMANENTE…
Tres vinos, decenas de canciones, un POR QUÉ TE VAS al más puro estilo Cecilia y un limoncello después, me echo a las calles, menos mal que hoy no llevo los tacones.
Me cierran el Pantheon, lo estoy viendo…
Pero no, el universo me sonríe, encuentro las puertas gigantes abiertas, bendito Agrippa, la que liaste aquí en medio, un templo pagano representando al universo, en forma de esfera perfecta, con un solo ojo de nueve metros, y sin compás, ¡toma ya!
Aquí yace Rafael, «por quien la naturaleza temió ser vencida mientras vivió y a su muerte ella misma morir temió”
Un músico callejero toca en la plaza Gabriel’s Oboe, miro al cielo y pienso, venga ya, ¿otro guiño más? Me estás tomando el pelo.
Huyo de la Piazza Navona, convertida en circo chino de navidad, como rata ante el naufragio.
Bordeo el Tiber sobre el mar de hojas caídas, hacia La Boca de La Veritá. Suenan campanas, mendigos, corredores, amantes furtivos y castillos encendidos.
Meto la mano dentro y suspiro…. Que la verdad me guíe siempre, le pido.
Saludo al Arco de Tito y cruzo el río.
El Trastevere, ¡voilá!
Entro en El Alquimista, romanos en noche de viernes, funky, velas, butacas de terciopelo rojo raído, columnas torcidas y más arañas de cristal. Puro encanto. Una breve visita al baño, un ristretto y a seguir andando.
Curioseo entre los libros, me asomo a los lugares conocidos y de tanto querer perderme al final me pierdo entre los desconchones de las esquinas y las calles sin salida.
Busco de nuevo el río y la brújula interna me guía hasta la última lanzadera a mi estación espacial.
Este es un pedazo de mi Roma secreta.
Te visito desde hace años y como las mujeres interesantes y el buen vino, cada vez eres más bella y sabes mejor.
Sabes qué? Me entran unas enormes ganas de que me lleves a recorrer todos esos rincones maravillosos a tu lado, para no perderme nada…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me encantó este post. Diario de una viajera, con una mirada artística, en un intenso día.
Me dan ganas de volar a Roma ahora mismo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Martín! Me anima a seguir contando lo que me pasa por ahí. A veces pienso… a quién le va a interesar lo que haces cuando viajas? Si dan ganas de viajar cuando lo lees, entonces es que está bien.
Me gustaMe gusta